jueves, 16 de abril de 2009

Jacinto Salcedo Profesor de Historia del Diseño Gráfico: "Graffiti: arte con lenguaje de calle"

Los policías los humillan, los vecinos les temen y les disparan, los piedreros (consumidores de crack) los atemorizan aunque comparten la noche con ellos. Sin embargo, no hay riesgo que detenga a los grafiteros en esa fiebre casi adictiva y vandálica de rayar paredes. Hemos visto como, en los últimos años, ha habido un repunte de graffiti en la ciudad de Caracas e incluso al amparo de las alcaldías. Pero lo más interesante es como el graffiti no es ya un mero medio de dejar mensajes para los transeúntes. Hoy en día es considerado un lenguaje que ha invadido la publicidad, la televisión, el diseño gráfico y los videojuegos. Entonces, ¿son los grafiteros criminales o artistas?

La nueva generación de grafiteros no conoce a los “viejos” del oficio, ni a Grillo (Lobo), ni a Ar-epa, aquellos personajes de finales de los años 70. Si acaso recuerdan a los de los tardíos 80: Los RAA y Otra Cuestión. Y aunque recuerdan los graffiti de las bandas de rock como Sentimiento Muerto, Zapato 3 o Desorden Público, para ellos esa gente forma parte de otra movida. “El graffiti hoy en día es otro peo”, dicen.

La naturaleza críptica de los mensajes grafiteados muchas veces nos han llevado a considerarlo manchas, suciedad. Para traspasar comprensión del código visual del graffiti, nos remontamos a su origen. El graffiti es parte del hip-hop, un fenómeno social que se ubica en Nueva York en los años setenta donde la discriminación social, los guetos, las guerras de pandillas generan una serie de expresiones urbanas: el rap, el breakdance y el uso de códigos de vestimenta como la ropa holgada, bandanas y cadenas de oro. Allí se inserta el graffiti hip-hop una especie de cruzada territorial. Un diseño que demarca presencia, control y dominio de un área (muchas veces para el tráfico de drogas).


Graffiti de RAY

Según el trabajo de investigación La estética del graffiti de Jesús de Diego de la Universidad de Zaragoza, España, nos da pistas claras de lo que intuíamos: “El graffiti hip-hop es un claro exponente de las nuevas estrategias creativas producidas en las ciudades del fin del siglo XX, y que muy posiblemente, estén ya condicionando el futuro de nuevas prácticas artísticas.” No en balde importantes grafiteros como Keith Haring o Basquiat (ambos neuyorkinos y ambos fallecidos) son parte del stablishment artístico.

Treinta años después

A diferencia de las pintas políticas y los mensajes de protesta, que son anónimos, los graffitis como expresión urbana buscan más bien la fama, su principal mensaje es una firma autógrafa o tag. Y en esa búsqueda por adueñarse de los espacios más visibles se ha desarrollado un código de honor: no puedes pintar encima de otro, debes respetar a los que tienen tiempo pintando, debes formar un crew, tener tu nombre y crear un tag. Irrespetar esas normativas equivale a un insulto y con frecuencia se resuelven a golpes.

Entre los grafiteros o graffers hay dos grupos claramente distinguidos: los que hacen graffiti “tradicional” referidos al de origen hip-hop (tags, bombas y piezas), y los que pertenecen a la corriente “post-graffiti” o street art, a los que los primeros consideran como una “mariconada”.


Elefante de Tenaz, Topo de Frosty y Verruga de Dario.

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